Liberar nuestro sentir siempre es complicado. Más aún cuando estás observando. Prefiero sufrir que perder. Si sufres es sencillo, lo inviertes a felicidad en horas. Si te pierdo, no puedo reemplazar tus condicionados sentimientos. Prefiero callar que gritar. Si callo, todo sigue en su lugar. Si grito, mi corazón no aguanta el dolor del agudo sonido. Y si pudiera elegir sanar, seguiría sangrando. Nos hace sentir cómodos. Sabemos que la vida está llena de eso. Claro tenemos que al momento de subir caeremos. Y dolerá porque no habrá nadie para recogernos. Al final, siempre estamos solos. Y solos debemos aprender. Solos debemos reír, solos debemos vendar. Sabemos que el suelo nos entenderá mejor incluso que nosotros mismo. Y no queremos levantarnos. Porque es difícil. Porque volverás a caer. Y te dolerá más. Pero si no lo haces, el entorno te aislará. Sentirás de nuevo, intentando no ser tan impulsivo como antes. Pero será en vano. Porque las nubes volverán a ser coloreadas. Y tu volverás a desteñir. Pero no te importará otra vez. Hasta que te castiguen con indiferencia. Estás entregado. Y las heridas que tu mismo vendaste vuelven a sangrar. Pero no importa. Lo haces cotidiano. Te acostumbras a esconder las cicatrices, y también a su ardor. Y eso te hace fuerte. Mientras más peso soportes, menos te dolerá. Hasta que ya no duela. Y tampoco guste. A esa altura, ya ni siquiera molesta. Esquivas, ya no entregas. Porque sabes que no vale la pena.
While my eyes are closed
Hace 10 años
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